El crimen de Pierrot: el origen del mito de los Payasos Asesinos

En la década de 1830, el Boulevard du Temple de París era conocido como el Boulevard du crime.
A pesar de lo que pueda sugerir esta curiosa denominación, tan coloquial, su origen no se debió al atentado que sufrió el rey Luis Felipe I de Francia en aquel lugar el 28 de julio de 1835, cuando el corso Giuseppe Fieschi hizo detonar una máquina infernal al paso de la comitiva real.
El monarca y su familia lograron sobrevivir, pero la explosión causó la muerte de dieciocho personas (un magnicidio frustrado similar al primer coche bomba de la historia, que intentó matar a Napoleón en la Nochebuena de 1800).
En realidad, el bulevar del crimen recibió ese nombre por una razón mucho más prosaica, debido a las numerosas escenas de asesinatos que se representaban en los teatros ubicados en esta calle.
Este apodo se volvió tan popular en el imaginario de los parisinos que se mantuvo incluso después de su demolición en 1862, por orden del Barón Haussmann, como parte de su plan para renovar la capital. Incluso en el siglo XX, Edith Piaf le dedicó una canción con el mismo título: “Sur le boulevard du crime, pour voir la pantomime, ce soir, on se bouscule au théâtre des Funambules. Les amours de Pierrot, ça fait pleurer Margot et rire dans la tourmente. Le Paris de 1830. Masques sans bergamasque pour des danses fantasques et la foule coasse, au milieu du carnaval des grimaces” (En el bulevar del crimen, para ver la pantomima, esta noche nos apretujamos en el teatro de los Funambules. Los amores de Pierrot hacen llorar a Margot y reír en la tormenta. El París de 1830. Máscaras sin bergamasca para bailes impredecibles y la multitud grazna, en medio del carnaval de las muecas).
El estribillo de esta melodía menciona expresamente a Pierrot. Este melancólico personaje, que surgió en Italia en el siglo XVI, alcanzó reconocimiento internacional en los teatros del Boulevard du crime gracias a la interpretación del mimo Jean Gaspard Deburau (Kolín, Bohemia, 1796 – París, Francia, 1846). Su caracterización habitual como payaso, con un rostro triste maquillado de blanco y vestido con un blusón de mangas anchas y pantalón del mismo color, se convirtió en una imagen icónica que inspiró a grandes artistas como Cézanne, Renoir, Watteau, Doré, Klee, Picasso, Dalí o Juan Gris. Desafortunadamente, el actor también pasó a la historia por un crimen.
El 18 de abril de 1836, mientras paseaba por ese bulevar con su esposa e hijo, Deburau fue increpado por un joven de 17 años, un aprendiz llamado Nicholas Vielin, que se burló de él, según la transcripción del sumario, gritando: “¡Malvado payaso, con tu puta Margot!”.
Cuando el joven continuó insultándolo, el mimo reaccionó de la peor manera posible, enfurecido y lleno de ira, le propinó un único golpe con su bastón en la sien izquierda, provocando que falleciera esa misma tarde como consecuencia de la lesión.
Después de pasar un mes en prisión, un tribunal lo absolvió del delito de homicidio, considerando que los hechos fueron un desafortunado accidente. Sin embargo, esa muerte lo acompañó durante toda su vida, y con el paso del tiempo, se atribuyó a este incidente el origen del halo de maldad que ha rodeado desde entonces a la figura de los payasos.
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